jueves, 4 de febrero de 2010

Vanidad de vanidades, todo es vanidad...

(“No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después” Eclesiastés 1-11)

Es fácil convencer a un hombre de que es perfecto y hermoso, o al menos, atractivo, nunca tenemos problema alguno en ello, pero eso no es suficiente para que él este dispuesto a hacer algo por ti, debe estar seducido para que sea válido al traerlo a nuestro mundo, no puede ir si no es convencido de que lo desea.
A veces no culminan nuestras conquistas y debemos empezar de nuevo, lo mejor es verlo como una misión, aunque algunas sirenas han llegado a perder su poder al amar su objetivo, dos naturalezas imposibles de unir, solo viejas leyendas hablan de esos amores.
Primero se estudia al elegido, sus gustos, sus inquietudes, luego te transformas, para una sirena no es complicado, tomamos el aspecto apetecido, cabellos rubios, oscuros, rojos, nada es un obstáculo, siempre se puede intentar conseguirlo, incluso, cuanto más difícil es, puede ser más reconfortante llegar a la meta.
Nos gusta estar aquí, no precipitamos las cosas, el canto de sirenas debe ser lento y entrar poco a poco en él, saber que llegará y sentir cada momento hasta conseguirlo, en sí, nos proporciona mucha energía que para nosotras se convierte en sensación poderosa de dominio y placer.
Cuando, al fin, el dice, te amo, todo termina, pero no vale un precipitado te amo para abrazarte, o para este fin de semana, o cualquier otro te amo superficial, es el profundo sentido de posesión y entrega el que buscamos, ese que hace que el nos siga como sus antepasados marineros en el siempre misterioso mar y con nosotras se hunda en él.

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Related Posts with Thumbnails