domingo, 10 de enero de 2010

EL CUENTO DEL VIEJO MARINERO

Cuentan en mi mundo una historia que trata de un naufragio en el que un viejo pescador lleno de achaques por el tiempo y los años de duros trabajos se vio arrojado al mar junto a una estatua a la que trataba de sujetar por ser de gran valor, con ella, que era de piedra, se hundía en el mar sin remedio.

Acudió a ver los estragos de la tormenta una sirena, que miraba como caían al mar el marinero y la estatua y se sumergió con ellos, el viejo marino pensó que desearía ser de piedra como la estatua para no morir ahogado y la sirena que en el mar puede oír el pensamiento del hombre quiso concederle ese deseo, el cuerpo del marino quedo vacío de su espíritu que abandonándolo fue a habitar el cuerpo inerte de la bella estatua y con ella se hundió en las profundidades de aquel mar.

De esta forma pudo el marinero continuar con vida desde la naturaleza de una piedra, su sentir era extraño al principio, las piedras sienten lo que las rodea, pero no pueden ver al uso humano, sin embargo aprendió a ver con la vibración que cada cosa producía y podía distinguir su entorno, vivía en un mundo sin color, sin ruido, sin tacto, solo su corazón espiritual latía y agradecía poder seguir vivo a pesar de todo, en esa quietud silenciosa y oscura paso muchos años, la sirena venía verlo porque la estatua le parecía hermosa.
Las algas comenzaron a utilizar su superficie para crecer y podía notar como algo vivo lo envolvía, llego a amar esa simbiosis y pensó que sería muy feliz si pudiera transformarse en planta y dejar de ser una simple piedra, su sirena lo oyó de nuevo y le concedió ese don, la estatua quedo sin espíritu que fue a habitar la planta que la envolvía, como planta habito el fondo del mar durante muchos años, y sintió de nuevo los temores de la vida, habría alimento? Alguien la comería?, su pensamiento antes contemplativo se volvió más agitado por las dudas, quería crecer, pero hacerlo de forma protegida, por eso continuo utilizando como ayuda a la ya vieja estatua de piedra, creciendo alrededor de ella, sin embargo estaba protegido, sin saberlo, porque la sirena cuidaba de él como de un jardín cuidan los humanos. (continuará...)

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