¿De qué sirve a mi belleza - La riqueza - Pompa, honor y majestad –
Si en poder de adusto moro - Gimo y lloro - Por la dulce libertad?
Luenga barba y torvo ceño - Tiene el dueño –
Que con oro me compró - Y al ver la fatal gumía Que ceñía –
De sus besos temblé yo.
¡Oh, bien hayan los cristianos, - Más humanos, -
Que veneran una cruz - Y dan a sus nazarenas –
Por cadenas - Auras libres, clara luz!
Ellas al festín de amores - Llevan flores, - Sin velo se dejan ver –
Y en cálices cristalinos - Beben vinos - Que aconsejan el placer.
Tienen zambras con orquestas - Y a sus fiestas –
Ricas en adornos van - Con el seno delicado Mal guardado –
De los ojos del galán.
Más valiera ser cristiana - Que sultana - Con pena en el corazón, -
Con un eunuco atezado -Siempre al lado, - Como negra maldición,
Dime, mar, que me aseguras - Brisas puras, - Perlas y coral también –
Si hay linfa en tu extensión larga - Más amarga - Que mi lloro en el harén.
Dime, selva, si una esposa – Cariñosa - Tiene el dulce ruiseñor –
¿Por qué para sus placeres Cien mujeres - Tiene y guarda mi señor?
Decid, libres mariposas, - Que entre rosas - Vagáis al amanecer –
¿Por qué bajo llave dura - Sin ventura - Gime esclava la mujer?...
...
(Juan Arolas "La Odalisca")