domingo, 20 de diciembre de 2009

Yo se tu alma...


Yo sé tu alma romántica e inquieta,
que ocultas bajo el brillo material...
Escondida entre yerbas la violeta
dá siempre el mismo perfume ideal.

Sé que te engañas, frívola y coqueta,
flor de salón, mariposa del Mal...
Tras tu sonrisa cínica y discreta
yo sé que hay un alma divina en el umbral.

Un alma que se siente sola y una...
Que en medio del tumulto añora luna,
un pájaro, una fuente y un poco de amor.

Así eres tú, sin falso escepticismo
¡lo otro es máscara que de tí mismo
le roba al mundo tu orgullo de flor!
(Poema de Juan M. Naveros Burgos)

Sabana, la Sirena del Faro

He estado mirando al mar toda la tarde, me he puesto a cantar, pensaba, en una historia que ya fue y que convertí en canción, me sentía llena de melancolía, ya fue me repetía, en algún ayer que se ha ido en este mundo con tiempos, pero en mi mente solo ocurrió en un espacio anterior a este, no puedo alcanzar ese momento, ni volver a vivirlo y solo tengo mi canción que me hace llorar.
Lo primero que veo son sus ojos, los únicos ojos que se han clavado en mi corazón de sirena, traspasaron las diferencias de naturalezas y me hicieron sentirlo parte de mi, ¿pero, y él?, él me conoció en el faro, yo acababa de vivir una de las interminables historias que vivimos las sirenas con humanos y ya había olvidado hasta el color de sus cabellos, cuando sentí que él me miraba pensativo, pero yo no lo había elegido, ni comenzado ningún ritual, le sonreí y se acerco, entonces me habló, me dijo que había estado pendiente de mi porque le parecí hechizada por el mar por como lo miraba, claro será por eso que tus ojos son su mismo color al atardecer, dijo mientras volvía mi cara con su mano para mirar mis ojos.
El contacto de su mano me provoco un escalofrío, ¿es así como se sienten los hombres conmigo? ¿ese efecto provoco yo?, pero él era inmune, me miraba con simpatía y seguía hablando de todo y yo lo escuchaba como si el canto de sirena fuera entonado por su voz, al caer la tarde íbamos juntos por la orilla del mar, me puso su chaqueta sobre los hombros y dijo que no debíamos sepáranos porque éramos almas gemelas que se acaban de encontrar, nunca, según él, nadie le había caído tan bien desde el primer momento, ni nadie tenía una cara en la que entretenerse durante siglos por todos sus paisajes como me dijo que era mi cara, decía: allí un monte suave, allá dos lagos, aquí un bosque de juncos, cuando sonríes perlas marinas y mientras hablaba tocaba cada lugar con su dedo, y a mi me gustaba, me sentía como al lado de la arena caliente en una cala.
¿Dónde me llevaría esa amistad? Al día siguiente también estábamos juntos, las horas sin él las dedicaba a prepararme para que me creyera hermosa, temía la imperfección, prometía entregar mi belleza de mañana por tenerla plena el hoy con él, pero no era mi cara, el a veces ni siquiera la miraba, sólo tomaba mi mano entre las suyas y andábamos a veces riendo y a veces en silencio.
Ha habido sirenas que lo han dejado todo por un hombre me decía, esta la historia de ésta y de aquella, y todas sin excepción terminaron mal o muy mal, también me decía, pero yo soy distinta, yo puedo probar, no quiero que acabe.
Traerlo a mi mundo es su infelicidad y esta descartado, pero yo puedo renunciar a mi juventud, a mi voz y ser su mujer, sólo tengo que querer renunciar para siempre a mi mundo conocido y entrar sin retorno en el de él.
¿Debería contarle mi historia? ¿La soportaría, sería necesario para él conocerla o es mejor que me vea como la inocente humana que ama?,si le elijo, nunca más volveré al mar o me disolveré en él, nunca buscaré la brisa para embellecer mi piel, dejare de cantar, tendré que alimentarme como humana, pensar en tomar sus alimentos me da pavor, pero él, él y su mirada, él y su calor ¿será suficiente para mi?

viernes, 18 de diciembre de 2009

Iris

Sirenas..., si ellas supieran que he decidido contar nuestros secretos ¿Qué harían? Silenciarme, pero poner silencio en nuestro mundo es algo pacífico, solo me localizarían y me llevarían de regreso a él, a mi verdadero hogar, a uno de los lugares habitados en la profundidad del mar, pero yo no deseo eso, al menos aún no lo deseo, siento que debo permanecer más tiempo aquí, quiero vivir y despedirme de cada vivencia de este mundo seco y exterior y necesito de todo el plazo que me han dado.
Las sirenas no tienen pasado, simplemente aparecen en tu vida un día y según donde estén se mimetizan con su entorno, yo cuando comencé mi viaje en este mundo
nadé hasta una roca, uno de nuestros lugares para emerger cerca de un acantilado donde antes salíamos a cantar a los marineros y amarlos, “la cala de las sirenas” se llama aún por las leyendas orales que se han conservado, cerca de Cabo de Gata, allí llegue al atardecer.
Había una tienda de campaña en la cala, dos jóvenes habían echo fuego en la playa, aún era primavera, pero ya iba a llegar el verano, uno de ellos me vio, vino nadando hasta mi, yo no llevaba ropa, pensó que me había caído de un barco y le deje creer asintiendo, ese día era morena y me sentía seductora y divertida, quería reír, quería sentir caricias, deseaba conquistar a un hombre.
El me envolvió en una toalla y me arrimó al fuego, su compañero me miraba, los dos tenían su vista fija en mi, me gustaba sentir mi piel recorrida por sus ojos, el pelo se seco rápidamente y era una caricia en mi espalda, era muy sensual sentir mi poder sobre ellos, no solo la belleza, también el misterio y la intriga cautivan, me prestaron ropa y cante para ellos, mi canto los convenció de que todo era normal y que de alguna forma les recordaba a alguien querido y conocido, al terminar pensaban que era una vieja amiga de ambos, dormimos mirando al cielo y las estrellas, cuando amaneció se ofrecieron a llevarme a mi casa, pero yo insistí en quedarme con ellos, me llevaron a una casa en la que había más jóvenes, mi primer nombre fue Iris.
Mis ojos eran negros, mi pelo oscuro, mi piel dorada por el sol, empezó mi primer día, cada día fuera del mar es como si pasara un año humano por mí, puedo emerger con mi bella apariencia pero comienzo a deteriorarme con el transcurso de los días porque tras sólo una semana, por mi aspecto transcurren siete años, hasta que vuelvo a sumergirme en el mar y emerjo con mi edad de sirena que es constante, allí en mis lugares no existe el tiempo y siempre somos igual no hay un antes y un después, ni cambios en nuestra apariencia, se mantiene y no nos resulta extraño porque en nuestra forma de conocer el mundo es lo habitual.

martes, 15 de diciembre de 2009

La Conquista

Escena 1

En la despedida el acerco su cara para darme un beso en la mejilla, pero yo junte mis labios a los suyos, solo un instante, como si fuera un error, pero demasiado tiempo para ser un error, y él se retiró, que mal me sentí, rechazada?, por qué tuve que atreverme, por qué no esperar?

Ahora me siento mal, aunque se que se siente atraído, se que sabe que guardo un misterio y eso le atrae, su vanidad hará el resto ¿por qué rechazarla? pensará, dejarse querer es tan fácil, en el próximo encuentro haré que he olvidado que algo pasó, pero él recordará y me mirara curioso, sintiéndose poderoso por la conquista, ¿por qué no? dirá en su mente de nuevo.

De veras que quisiera besarle, sentir de nuevo ese dulce picor en mis labios, abandonarme al beso, y luego... después del beso la confusión, mirarnos a los ojos, esos instantes de intimidad primeros, irrepetibles..., después lo habitual, la dulzura de repetir nunca es tan intensa como cuando se explora por primera vez a un humano.

Escena 2

Pensamientos del hombre

No voy a complicarme la vida, podría tenerla, pero puedo tener otras mujeres, tengo otras mujeres, realmente no me interesa seguir ese camino, ese aire de misterio que tiene, me confunde, parece desvalida, despierta algo en mi, deseo ayudarla y hasta abrazarla a veces, también deseo besarla ahora, no dejo de pensar en que puedo, y si puedo, ¿cómo evitarlo? deseo saborearla, quiero que tiemble cuando la rodee con mis brazos, que se entregue a mi, mañana será otro día, la podré ignorar, pero hoy la deseo, quiero sentir sus labios de nuevo.

domingo, 13 de diciembre de 2009

SecretoS

Las sirenas, tenemos cuatro personalidades, nunca sabemos cual de ellas saldrá cada día, una es alegre y muy intrascendente, solo quiere reír y divertirse, nada llama su atención excepto los placeres, otra es muy melancólica y a menudo le da por cantar historias que fueron y que pudieron ser, una tercera es muy miedosa y cautelosa con todo, teme que algo la pueda dañar y pasa de tener grandes sustos a llorar cuando no sabe defenderse de sus inquietudes, y por fin esta la personalidad investigadora, siempre esta buscando el por qué, la razón, el comienzo de algo de lo que compone la vida.Como sirenas, podemos cambiar de aspecto y tener más de una apariencia, así podemos tener el pelo rubio, pelirrojo, negro y castaño, sólo nuestro deseo al despertar cada día lo cambia de color, en cambio los ojos cambian de cromatismo ellos solos, según sintamos, amor, miedo o intriga y para el que sepa interpretarlo delata nuestro interior.
Siempre vemos el mar, aun a través de bloques de edificios y nunca podemos estar más lejos de él que unos cien kilómetros, por eso nuestros viajes son muy limitados, aunque respiremos en la superficie es necesario percibir el olor del mar y nuestra piel necesita de su brisa periódicamente para no agrietarse. Nuestra mirada vuelve en su dirección una y otra vez y lo vemos y olemos aún a grandes distancias y con obstáculos de por medio.
Por lo demás parecemos mujeres normales, nadie al menos nota la diferencia entre nosotras y una mujer real.
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