
En la despedida el acerco su cara para darme un beso en la mejilla, pero yo junte mis labios a los suyos, solo un instante, como si fuera un error, pero demasiado tiempo para ser un error, y él se retiró, que mal me sentí, rechazada?, por qué tuve que atreverme, por qué no esperar?
Ahora me siento mal, aunque se que se siente atraído, se que sabe que guardo un misterio y eso le atrae, su vanidad hará el resto ¿por qué rechazarla? pensará, dejarse querer es tan fácil, en el próximo encuentro haré que he olvidado que algo pasó, pero él recordará y me mirara curioso, sintiéndose poderoso por la conquista, ¿por qué no? dirá en su mente de nuevo.
De veras que quisiera besarle, sentir de nuevo ese dulce picor en mis labios, abandonarme al beso, y luego... después del beso la confusión, mirarnos a los ojos, esos instantes de intimidad primeros, irrepetibles..., después lo habitual, la dulzura de repetir nunca es tan intensa como cuando se explora por primera vez a un humano.
Escena 2
Pensamientos del hombre
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