domingo, 7 de febrero de 2010

El hombre vulnerable


Ese hombre profundo en las relaciones, sensible y fiel, que acepta a una mujer como compañera, pero no como complemento de si mismo, capaz de enfrentarse a una personalidad diferente a la suya y cada día conquistar o sucumbir, sin volverse cómodo, que convence y no impone, y a veces queda convencido, ese hombre, no es el que buscamos.
Como sirenas necesitamos un Ulises, un hombre que se aleja y se olvida de volver, pero quiere sentir en la distancia la conquista, capaz de dormir con la maga Circe sin recordar a la mujer que le espera, y luego, entretenerse con princesas y conquistas, hasta que, por azar, si vuelve, espera encontrar aislado el corazón que abandonó, y siente que la mujer debe cambiar para ser la que él espera, y cuando lo consigue se cansa si fue fácil, y siempre su mirada, cuando besa, está pendiente del entorno, porque sus ojos no se cierran al besar buscando, quizá otros labios, en su inseguridad de encontrar sin quedar atrapado.
Ese es el hombre que necesita una sirena, ellos son los apropiados para con su semilla hacer sirenas frías y distantes, incapaces de amar y de entregarse, que sólo cumplen sus misiones sin pensar en el después del hombre que se llevan.
Cuando vamos a conquistar al hombre nos sumergimos, como en el mar, en el reto de hacer que un hombre así nos siga
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