viernes, 28 de octubre de 2011

EL CEREBRO, EL CENTINELA QUE NUNCA DUERME




No es lo normal que una sirena se pregunte de donde viene y hacia donde va, permanecer durante largo tiempo hace que la pregunta básica de la humanidad no nos preocupe, simplemente volvemos al lugar en el que estuvimos antes de llegar aquí, pero como todo lo hacemos muy lentamente, lejos de hacer que nuestras mentes tengan más tiempo para pensar en esos temas, hace que siempre sepamos que más tarde lo podremos hacer y terminemos posponiendo esas preguntas indefinidamente, nada hay en la tradición oral que ayude a comprender el sentido, el mar es nuestra inspiración, nuestro destino está unido al suyo, él también surgió y también dejara de ser.

En el libro “El centinela que nunca duerme”, dice su autor: “Efectivamente, en un ambiente que podemos imaginar a veces apacible y a veces virulento, y mientras se iban separando " las tierras y los mares," empezó la vida en el agua, con una complejidad cada vez mayor, donde cada especie y cada ser vivo dentro de la propia especie, inició una lucha para poder sobrevivir, sobreviviendo no los más fuertes, sino los más capaces para adaptarse al medio donde les había tocado vivir.

El propósito fundamental de este libro es, reflexionar sobre una de las grandes interrogantes habidas, el cerebro y cómo funciona, para tratar de abrir nuevas vías de investigación en este campo tan complejo, dando soluciones para algunos de los múltiples problemas que aquejan al hombre moderno en los albores del siglo XXI.


Es el cerebro, el órgano donde se asienta todo lo que somos o dejamos de ser y está constituido por un tejido formado por neuronas que curiosamente es insensible, pues no tiene la facultad de sentir absolutamente nada, por la manipulación directa de su estructura blanda y amorfa, al no tener receptores de tacto en su corteza, pero que es capaz de experimentar sensaciones globales impactantes, a través de la información que le llega de sus receptores periféricos y órganos sensoriales. Nuestra personalidad está dispersa en ese tejido nervioso y el placer no está en la zona corporal acariciada, sino en uniones de células situadas en el neocórtex.

La inteligencia cerebral, se mide en función de las conexiones establecidas, a mayor cantidad de enlaces entre neuronas, mayor corteza cerebral y mayor inteligencia.

Lo que sí es incuestionable, es que cuando queramos profesar nuestro amor a la pareja, no nos vale la fórmula tradicional de "te quiero con el alma", sino la menos romántica pero más verdadera de "te quiero con el cerebro" o profundizando aún más, “te amo con todos mis iones.” No podemos olvidar, que al fin y al cabo, el enamoramiento es un pequeño patrón de enlace entre células que se encuentran en el cerebro.”

2 comentarios:

  1. No me lo había planteado así, pero tiene su lógica.

    A mayor cantidad de conexiones, mayor capacidad para amar.

    Muy interesante Sirena

    Besos

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  2. Muchos Besos Baruk y buen fin de semana, Carlota

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