sábado, 26 de abril de 2014

LA SIESTA



Son las tres de la tarde, julio, Castilla.
El sol no alumbra, que arde: ciega, no brilla.
La luz es una llama que abrasa el cielo;
Ni una brisa una rama mueve en el suelo

Desde el hombre a la mosca todo se enerva;
la culebra se enrosca bajo la yerba:
la perdiz por la siembra suelta no corre,
y el cigüeño a la hembra deja en la torre.

Ni el topo, de galbana, se asoma a su hoyo,
ni el mosco pez se afana contro el arroyo:
ni hoza la comadreja por la montaña,
ni labra miel la abeja, ni hila la araña.

La agua el aire no arruga, la mies no ondea,
ni las flores la oruga torpe babea:
todo al fuego se agosta el seco estío:
duerme hasta la langosta sobre el plantío.

Sólo y o velo y gozo fresco y sereno:
sólo yo de alborozo me siento lleno:
            porque mi Rosa
            reclinada en mi seno
            duerme y reposa.

Voraz la tierra tuesta sol del estío:
más el bosque nos presta su toldo umbrío.
Donde Rosa se acuesta brota el rocío,
susurra la floresta, murmulla el río.

¡Duerme en calma tu siesta, dulce bien mío!
¡Duerme entretanto
que yo te velo: duerme,
que yo te canto!

(Poema de Zorrilla, "la siesta" se publicó por primera vez en La Ilustración ESpañola y Americana, con una dedicatoria del autor que decía así:"Al poeta Grilo - Mi querido Antonio: Te dedico esta composición, cuya fama te debo, porque la has lucido recitándola con esntusiasmo en las regiones del gran mundo y ya ni Madrid ni yo sabemos si es tuya o es mía- En abril de 1877)

sábado, 19 de abril de 2014

HORIZONTES PERDIDOS


Tenemos el mar:
es nuestro su hondo estallido...
tocan sus olas en nosotros,
vaivén de va y viene...
gaviotas del pensamiento,
arrugas en la frente...
navegantes del corazón,

Nuevo Mundo que nos enciende...
Tenemos el mar:
galeotes de nuestra pasión,
en el más alla del que no se vuelve.
Horizontes perdidos,
olas del corazón
arenas de llegar y verte.

Playa a donde núnca estás
y dejas que te sueñen.
Por los caminos del mar
-campos para que los siembres-
soledad e inmensidad entre sí se entienden.
Malvarrosa de coral
ciñendo el hueco de tus sienes.

Las estrellas en la mar se pierden...

(Juan Manuel Naveros Burgos -"Desde mi mundo"-)

miércoles, 9 de abril de 2014

LA CONDESA DE LA ALHAMBRA




Las sirenas pensamos que cada era tiene sus propios miedos, a lo largo de nuestras vidas, no siempre todo tiempo pasado fue mejor, como dice la sabiduría popular. No somos los mismos desde que nacemos, aunque salimos de esa semilla que fuímos y grandes o pequeños pertenecemos a esa especie. Que miedo da el cambio, de uno mismo y de todo a nuestro alrededor y que inutil proponorse no sentirlo, está por todas partes, pero sobre todo en el interior de los que más le tememos.
Solo se paralizan algunos momentos quedando helados en la mente, imborrables, cuando escuchamos cante hondo muchas emociones se despiertan parece que un duende pasa junto a ti y te dice: eso, tu también lo sentiste...
Esta y otras emociones se viven en la novela "La condesa de la Alhambra", de Pedro Blanco Naveros, editorial Alhulia, como ejemplo, este pequeño párrafo y su cante:
"Armado del valor y del salero de su raza se subió al estrado, pidió a un guitarrista que rasgase las cuerdas de su instrumento y cantó el fandango más profundo y con más quejío que lo hubiera hecho nunca, mirándola fijamente con sus grandes ojos negros.
<< Qué bonita es la extranjera
De melena tan dorada
Su corazón yo quisiera
Reflejarme en su mirada
Y amanecer a su vera. >>"

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