sábado, 25 de septiembre de 2010

TUS LUNARES


En tus mejillas rosa, nacaradas,
son tus lindos lunares caprichosos
puntitas de pimienta salpicadas,
tantas como tus cambios veleidosos.
Esas mismas motitas ensoñadas
en mis dulces deliquios amorosos,
junto a tus bellos ojos engarzadas
y a tus melados labios primorosos.
Uno junto a la boca dudaría
si coger la madura fruta roja
de tus labios repletos de ambrosía
o el sol de tu mejilla tentadora...
¡Más será en tu garganta donde escoja
el lunar que escondido me enamora!...

(Juan Manuel Naveros Burgos, "Poma")

jueves, 23 de septiembre de 2010

EL ARBOL


Me quite la ropa para subir a un árbol; mis muslos desnudos abrazaron la corteza húmeda y lisa; mis pies pisaron sus ramas.
Ya en lo alto, entre las hojas y defendida por su sombra del calor, me puse a caballo sobre una rama horquillada balanceando los pies en el aire.
Había llovido. Las gotas que caían de las hojas escurrían por mi piel. Mis manos estaban manchadas de musgo y mis pies al aplastar las flores se habían teñido de rojo.
Cuando el viento pasaba a través de la copa empapada aún, el árbol se removía todo; yo entonces apretaba más las piernas y juntaba mis labios entreabiertos con las húmedas ramas.
(Pierre Loüys, “Las Canciones de Bilitis”)

jueves, 16 de septiembre de 2010

LEYENDAS



Hay leyendas sobre nuestro origen que cuentan que, en un principio, éramos hombres y mujeres los habitantes del océano, podían los hombres traspasar el umbral de ambos mundos como continuamos haciéndolo nosotras, y respirar aire o agua, según el medio en el que se encontraran.
Vivíamos más plenamente juntos, pero había una prohibición ancestral en cuanto a la forma de alimentarnos, de todo fruto podíamos comer, de cualquier árbol y planta, excepto alimentarnos de otros seres vivos comos nosotros, ni del mar, ni del cielo, ni del agua.
El hombre primigenio incumplió el voto y comió de un animal abatido, probó ávidamente su carne e intentó que sus compañeras la probaran también, es buena, decía, merecemos comer cualquier cosa que deseemos; las mujeres de nuestra especie horrorizadas se apartaron de aquel festín, pero ellos comieron y se deleitaron con su nuevo alimento; eso, los hizo pesados, les resto vigor para nadar, aunque los hizo más fuertes en la tierra seca, se sintieron mejores, y quisieron obligarnos a comer para compartir su suerte que, ellos creían buena.
Huimos, en la huída nos seguían y atraparon a muchas de nosotras, pero también consiguieron escapar algunas llegando al mar, donde no tenían vigor para perseguirlas, poco a poco los que tomaron el alimento prohibido, perdieron la capacidad de sumergirse y su organismo se adaptó a la sequedad y el aire.
Sólo desde las costas, y desde plataformas, que fueron los primeros barcos, pudieron los perseguidores volver a estar cerca de parte de su antiguo mundo, de la parte, que hoy nos pertenece.

martes, 14 de septiembre de 2010

SIRENA DEL AZUL


Tú fuiste creada en una noche de luna, en una noche de amor ancestral, y eres fruto fecundo de los amores de la luna y el mar.
Tú eres una sirena.
Una princesa del Reino Cristal.
Tus verdes ojos aun guardan el misterio infinito del mar; tus labios rojos son un rubí de fuego arrancado al coral; tu rubio pelo es el ámbar de oro que trajo el sol al mar.
Surgió tu cuerpo de la espuma como Venus, rosa de sol y sal.
Tú eres una sirena.
Una princesa del Reino Cristal.
Y he oído tu canto.
(Juan Manuel Naveros Burgos, “En azul, poesías de mi tierra”)

domingo, 12 de septiembre de 2010

BUENOS DÍAS TRISTEZA


“Y he visto alguna vez, eso que el hombre ha creído ver! He visto cosas que vosotros no creeríais.
¡Yo he visto los archipiélagos siderales! y las islas donde los cielos delirantes están abiertos al viajero. Atacar naves en llamas más allá de Orión

Yo sé de los cielos que estallan en rayos, y de las trombas. He visto rayos C brillar en la oscuridad cerca de la puerta de Tannhäuser.
¡Pero, de verdad, yo lloré demasiado! Las Albas son desoladoras. Toda luna es atroz y todo sol amargo: El acre amor me ha hinchado de torpezas embriagadoras. Todos esos momentos, se perderán en el tiempo como lágrimas en la lluvia…”
(Arthur Rimbaud, “El barco ebrio”)


¿Para qué recordar cuando tenemos todo lo que ha de ocurrir por delante?, pero, a pesar de la lógica de este pensamiento y de nuestra vida lineal, a veces recordamos, o evocamos otro momento y nos parece que entonces el sol acariciaba y las plantas eran más hermosas que las de ahora, y que nada nuevo puede suceder que nos haga perder esa sensación.
Algo irrepetible sucedió y no va a volver a producirse porque ya no habría sorpresa ni inocencia al vivirlo.
Puede no haber nada nuevo bajo el sol, pero nada es igual a como fue.

martes, 7 de septiembre de 2010

PALABRAS DE AMOR

"El paraje, una ensenada natural de ensueño, el mar apacible de color esmeralda, agua clara y limpia, un arrecife cercano esbozando unas sirenas sentadas sobre el lecho marino, debajo del faro dormido vigía de navegantes nocturnos, el sol doraba sus mejillas haciéndola aún más hermosa, mientras colocaba una esterilla sobre la arena y acomodaba la cesta con las viandas.
"Tienes que mirar hacia el mar y no te gires; tengo que ponerme el bañador y tú eres un caballero, ¿prometido?"
"Prometido"
(Del libro de relatos, "Veinituna historias de amor", de Pedro Blanco Naveros, Ed. Alhulia).
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