miércoles, 6 de enero de 2010

La vieja Sirena


Respira hacia el mar recordando…, mirando en él su ayer, ya lejano, parece irreal en un mundo que no la pertenece y del que en todo ese tiempo no ha notado la caricia, solo sabe que el tiempo transcurrió porque su cabello dejo en algún momento de brillar.
Y a su piel la abandono el color rosado, sus mejillas antes desafiantes montes gemelos, se hunden hoy en valles provocados por un desierto de secos surcos, cada uno de ellos puede contar como surgió.
Ese que recorre dividido en dos su boca esta ahí desde el día en que dejo de reír cuando él se fue aquella mañana distinta a todas las demás, la solitaria y oscura.
Cuando comprendió que era distinta dejo de amarla por serlo, pero ella, esperó, siempre, como si el fuera su marinero y tuviera que volver de nuevo, muchos dirían que es patético esperar a alguien para quien somos un recuerdo ocasional, pero la lógica ¿dónde está cuando la necesitamos?.
Lo que quiere nuestro ser, el universo entero quiere conseguirlo y para eso pone primero en nuestra mente la opacidad de no ver lo que cualquier otro vería.
Ella tampoco tenía donde ir, había renunciado a su mundo por amor, y por amor no le había contado todo lo que había cambiado por él; sus risas callaron las palabras y aun le quedaba obstinación en su decisión tan pensada, pero ya era hora de volver a su mar se dijo.
Suerte que siendo sirena le quedaban más vidas para saber que como esta no debía volver a vivir ninguna, nada de miradas al interior, solo cumplir con su seducción de sirena en sus futuros terrenales.

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