sábado, 16 de enero de 2010

Cuento del viejo marinero (final)

Verse con naturaleza animal de nuevo era extraño para el marino, tantos años estático o ligado a un lugar, le hacían sentir que no podía alejarse, fue la primera vez que vio a su cuidadora, la sirena, con ojos, la había intuido cuando ella estaba cerca de él, desde sus otras naturalezas, su ser vital vibraba a su lado de forma muy intensa y sentía como si todo sus deseos se aplacaran.., sentía amor cuando ella estaba cerca; no sabía por que pero ese ser marino, en otro tiempo monstruoso para él, le daba sensaciones que quería retener, como un buen alimento o una corriente favorable al nadar, solo porque la sirena nadaba junto a él se aventuraba el caballito a salir de su lugar de reposo, y siempre volvía a él, miraba ahora la estatua, llena de conchas y plantas marinas, casi irreconocible y recordaba remotamente que él había sido hombre.

Cuanto tiempo paso es inútil tratar de saberlo, muchos años se acompañaron un ser a otro ser, tampoco nada hacía prever que llegaría un día el deseo de salir del mar, pero el caballito, cada vez se atrevía más a subir y subir hacia la superficie, sin reflexionar la razón ya que su mente dedicaba toda su capacidad al momento en el que vivía, era incapaz, salvo haciendo grandes esfuerzos, de rememorar o soñar, solo existía el momento y el océano, ayer o mañana le resultaban casi desconocidos.

Pero un día llego a su mundo el mañana, nadaban juntos y el caballito subía y subía hacía la superficie, una red llena de pescados paso junto él y miro curioso en su interior porque le recordaba algo, cuando supo que le recordaba era tarde para escapar, había sido atrapado por alguien, que como él antes, era pescador, vio como le arrancaban de un mundo que ahora conocía y como no podía respirar fuera de él, se sintió morir y miro al pescador, una larga mirada, luego cayó muerto al mar despreciado por no ser una pieza vendible.


La sirena solo pudo decir con un gran grito CONVIERTETE y recoger el inerte caballito en sus manos, desde entonces canta para los marineros por si el suyo se llego a convertir en uno de ellos, los besa y los lleva a su océano junto a la estatua, pero aun no ha encontrado a su compañero.


Cuentan que el marino, en el instante eterno de su segundo naufragio, cayendo ahora a un aire irrespirable no pidió convertirse de nuevo en hombre sino fundirse en el mar.

Tu recuerdo es como el beso del mar con la playa
Envuelve a mi pensamiento con ritmo idéntico al agua.
Olas y olas y olas... ¡Y mi corazón no cambia!
(El Recuerdo, Juan Manuel Naveros Burgos)

1 comentario:

  1. ¡Cómo me ha gustado este cuento! Gracias.
    Y las palabras finales también.

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