viernes, 7 de mayo de 2010

Cuento de la Sirena Valiente (continuación)


Era arriesgado llegar a aquel perdido cabo, la sirena procuraba no emerger más que lo necesario, aunque poco a poco fue perdiendo la precaución de no salir del mar, y se entretenía en tierra ordenando los rescatados restos.
A la sirena le gustaba cantar y muchas veces lo hacía desde su cueva de la superficie, varios navíos oyendo en la lejanía su voz quedaban varados, sin que los marineros pudieran avanzar y alejarse de aquellos sonidos que formaba su lejano canto, solo el ritmo del mar y las olas movían finalmente los barcos.
Contar esta sensación de hechizo que sufrían dio al acantilado de la sirena fama de mágico y comenzaron a sentir la atracción de lo desconocido y enigmático muchos navegantes.

¿Quién desafiando las olas y rocas se atrevería a llegar a la costa perdida? ¿quién conquistaría esa tierra aún desconocida y sin explorar?
No pudo evitar la sirena finalmente que un primer barco arribara…

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