viernes, 15 de enero de 2010

Cuento del viejo marinero (continuación)

Transcurrió mucho tiempo y la planta era un hervidero de pequeños animales que se alimentaban o se refugiaban en ella, se sentía feliz el viejo marinero en su naturaleza quieta, conociendo cada lugar que le rodeaba sin tener que aventurarse por ellos y sintiéndose seguro en el apacible discurrir del tiempo, en unas estaciones menguaba y en otras crecía pero nunca salía de su lugar conocido, ya que crecía alrededor de la estatua. Sin embargo en algún momento comenzó a pensar en lo hermoso que sería poder ser uno de aquellos animales que lo habitaban, un tímido cangrejo, pequeño e imperceptible excepto para él que lo sentía ocultarse, una estrella de mar, tal vez un caballito de mar, si seguro que quería ser un caballito de mar pensó y sentir de nuevo la movilidad, eran muy ágiles, iban y venían y siempre había muchos a su alrededor como suspendidos en el agua, como le gustaría, pensaba, ser un caballito de mar, tanto pensaba en ello que su sirena lo escucho y después de meditar las consecuencias de poder perder a su ya querido marinero en su nueva forma permitió la transformación.

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