Podría decirse que las Sirenas tenemos un harén, si pudiéramos conservar nuestras conquistas tal vez sería así, cada sirena tendría distintos hombres entre los que elegir, el rubio o el moreno, el hablador o el silencioso, como hacen en alguna cultura todavía con las mujeres.
El caso es, que como sirenas, nos sentimos unidas en solidaridad con las mujeres e intentamos ayudarlas cuando podemos, creemos que hay que salvar a una mujer de pertenecer a un harén; sin embargo, los pájaros en cautividad demasiado tiempo, no saben sobrevivir en un jardín en libertad, a veces, abrir la jaula no significa que quieran salir y explorar un mundo misterioso y temido, lleno de insondables, renunciar a la seguridad de las cuatro paredes conocidas, de las relativas comodidades de no procurarse alimento, ni temer más depredadores que el que lo cautiva por su canto, puede ser más atrayente que su libertad, es mejor soñar con ella, que tenerla para algunas personas, que no trasponen la puerta cuando finalmente la abrimos y liberamos de su sometimiento, permitiendo su huida y recobrar el timón de sus vidas, lejos del que se nombró su dueño y señor. y quedan dentro, esperando quizá un nuevo dueño.
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