EL BAÑO

“…Cuando le comunicaron que estaba prometida y que tenía que casarse, tuvo que bañarse durante siete días seguidos…” (Antonio Abad – “Quebdani”)

Dicen que a pesar de que los días que se le dieron al hombre tras el diluvio fueron muchos menos, y por eso ahora hay tanta diferencia entre el tiempo de su existencia y el nuestro, se les concedió que permaneciera de cada generación una memoria histórica intangible que hace que los conocimientos de la anterior sean absorbidos por la siguiente, incluso intuitivamente, una de esas memorias, es la que acompaña al hombre para que sienta la necesidad del baño, esta necesidad desde tiempos muy remotos, respecto a las mujeres, significa belleza, Vasthi, Esther, Cleopatra, Popea, Ninón de Lenclos…, famosas por su belleza, todas contaban con sus baños especiales embellecedores, en todas las civilizaciones, el baño de la mujer para crecer en hermosura, antes de afeites y adornos, ha sido imprescindible.


Para una sirena es una necesidad, no podemos conservar nuestro aspecto si no nos sumergimos en el agua cada día, si no podemos, nuestra piel comienza a deteriorarse y la capacidad de regenerarla también, perdemos capacidades de trasformación y estamos en una mala situación, podemos aguantar un tiempo, pero el envejecimiento es muy rápido y en unos días nadie diría que somos la misma persona, así que en toda época nos juntamos para tomar nuestros baños, en lugares lejanos a las miradas que puedan sospechar por qué en invierno o con clima gélido, aún vamos a tomar un baño.