Cuando soñamos nos vemos como peces, solo una naturaleza,
peces que se deslizan por el mar nadando juntos, sintiendo el agua alrededor,
actuando como un todo con nuestra especie, bailando como un solo ser a pesar de
ser muchos, nadie puede interrumpir el movimiento porque, como los pájaros, y las flores, el
movimiento no es el de uno solo, es la figura que realizan todos al nadar,
sentir la compañía de tu especie hace imposible la sensación de vacío.
Tu fin no es el fin, formas parte de algo y eres consciente
de la eternidad
Al despertar volvemos a la doble naturaleza, pez y humana,
nada completo de ninguna, y lejos de la armonía de la especie, cada una de
nosotras actúa sola, y su fin es realmente su fin para ella, nada permanece de
su ser a pesar de nuestros largos días entre los dos mundos.
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