Cuentan, que cerca del principio de los tiempos vivió una sirena que se llamaba Ayesha, había sido elegida favorita entre las sirenas y dirigía con mucha rigidez a todos, no permitía que las normas se cambiaran en nada, todo debía permanecer como siempre había sido, ya entonces, pensaba que cualquier cambio podía perturbar nuestra seguridad como seres vivos supervivientes después de nuestra primera escapada de la persecución de los hombres.
Así, todo transcurría como un gran bucle en el tiempo, ya que cada ritual vital para nuestro pueblo era repetido una y otra vez como un ritmo musical, en las épocas marinas y las secas.
Nada de acercarse a las rocas, nada de nadar cerca de seres terrestres, solo nuestra cueva y las reuniones en la profundidad.
Justo en esa época de prohibición fue cuando más sirenas sintieron la necesidad de emerger cerca de las costas, y cuando más peligro corrimos como pueblo, era agradable, como ahora, transgredir lo no permitido, sentir la tensión de no ser descubiertas, de acercarnos hasta casi sentir el calor del peligro y poder huir de él a tiempo.
Vaya, vaya, parece ser que las sirenas también son "humanas, demasiado humanas"
ResponderEliminarBesote
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Un fuerte beso para ti Baruk, Carlota
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