El hermoso jardín, siempre florido,
Tiene un perfume triste que enamora…
Porque junto a su fuente le han nacido
Un alto ciprés y un sauce que llora…
Suena como un gemido que incansable
Entre la voz del viento escapa al son:
Es el eco perdido del culpable
de la vieja tragedia del torreón…
Erase una princesa enamorada
De un lírico poeta trovador
Que a un tiempo también era cortejada
Por un rudo guerrero triunfador.
Una noche en que el laúd decía amores
y que la princesita, en el balcón,
escuchaba su acento que entre olores
penetraba divino al corazón…
El temible guerrero desairado
En el jardín sonriente penetró…
¿Y para que decir más, si obligado
es pensar en que todo allí acabo?...
-¿Qué si murió el poeta?-: Asesinado.
-¿Y la princesa?- Pronto se casó.
-¿Con quién?¿Con el guerrero?-: Mal pensado.
¡Con la muerte y el poeta trovador!...
(Juan Manuel Naveros Burgos, "Libro de Cuentos en Verso")
Hola sirena!
ResponderEliminarQue manía la de los poetas de terminar todo a la tremenda!!
Yo hubiera acabado el cuento de forma diferente, pero claro, no soy poeta.
Un abrazo
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Me da que pensar los finales que hubieras puesto, un abrazo para ti también, Carlota
ResponderEliminarUn final que hubiera ido por ahí: el guerrero se da cuenta que admira al poeta por la facultad que tiene de embellecer todo lo que nombra. El poeta a la vez, también se da cuenta que admira al guerrero por su fortaleza y su facultad de vencer todas las adversidades.
ResponderEliminarLa princesa (que no es tonta), admira tanto a uno como al otro, al poeta por su alma apacible y al guerrero por su fuerza invencible.
Solución, se une con los dos y viven los tres felices para siempre.
Moraleja: Realmente todo es fácil en la vida, pero incomprensiblemente los humanos nos lo complicamos con unas establecidad "normas" inhumanas.
Besitos
Bonito final, me recuerda la historia de Lou Salome, aunque ellos acabaron también como el rosario de la aurora, pero desde luego sería muy divertido intentar que un final así funcionara, Besos, Carlota
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