Como el gin y yang, el desierto se opone al mar; pero cuando me siento frente a uno cualquiera de ellos veo un mundo parecido, su superficie es igual a la del fondo del océano, todo estuvo sumergido en el mar, pero en los desiertos se recuerda su paso con más certeza, alguna vez sintió el agua, como ahora siente el viento, si vierto agua sobre su arena pronto desaparece absorbida como en un beso, igual que en el mar, si vierto arena, desaparece con la misma rapidez.
DELICIOSAS GALLETAS CON UN TOQUE DE LIMÓN DE ALMERÍA (DEL LIBRO GASTRONOMÍA
DE ALMERÍA EN VERSO)
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Tu descripción me lleva a nuestro Desierto de Tabernas, donde esos montes se retuercen y desintegran en un silencio implacable, de ese mar de tierra donde sus olas quedaron petrificadas
ResponderEliminarSalud y románico
Precioso pensamiento Syr, no había pensado en que esos montes son como olas, muchos Saludos, Carlota
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