miércoles, 5 de marzo de 2014

HOMENAJE





Una vez escuche que, como las pirámides, hay mujeres que sortean el paso del tiempo, mi madre era una de ellas, siempre bella, siempre fresca y alegre, creativa y eternamente joven.
La arena del tiempo pasaba por ella y solo la redondeaba como a las montañas, permanecía en pie haciendo barrera contra cualquier contrariedad, protegiendo a su familia.

Permanece en todo lo que una vez estuvo cerca de ella, mi padre la llamaba “su gacela” y así es como ella se movía, tenía dos preciosos nombres que la definían, Ángela Cristina, siempre hay miembros en las familias alrededor de los que se hace balance de los antepasados y el futuro, ella era la figura que definía el tiempo y paisaje familiar, la protagonista, como novia, como madre y como abuela, siempre el personaje más importante de su entorno.

De niña se deslizaba por una montaña en las afueras de Huercal-Overa, junto a la carretera, porque pensaba que algún director de cine pasaría y prendado de su agilidad la contrataría como artista, actúo de jovencita en el teatro y se quedó en blanco recitando, nadie se dio cuenta porque nadie esperaba nada más que verla hablar y sonreír, solo mirarla era gratificante.

Tenía una memoria excelente y se hizo maestra, así llegó a Olula del Campo y vivió dejando algo inolvidable en sus alumnos, después fue madre, y sobrevivió con mi padre, que también era maestro en Palomares, en tiempos de cambios tras la guerra civil española, con sopas de acelgas del campo y cartillas de racionamiento, allí pasó los años que luego se recuerdan a lo largo de la vida con más ardor.

Nacimos mis hermanos y yo, la vida continúo impermanente cada detalle, con ella como sólida unión de eslabones, mamá, Angelita, Geli…

Mi madre

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