A la orilla de un lago romántico, de cualquier de esos lagos de ensueño,
te ví, amor, cuando estabas peinando melancólica el sol de tu pelo.
Parecías estar astraída del encanto de azul bello sueño...
¿y pensabas -quizás- en un príncipe que escendiera tus labios de un beso?...
¿O en algún caballero esforzado que implorante os dijera:-"¡Te quiero!?...
¿O en aquel que cayera a tus pies exclamando rendido:-"¡Me muero!?...
En el largo desfile de amores que tejiste en tu mente de ensueños?...
-¡No!-... Tu rostro no dice qué cosas mientras dejas volar pensamientos...
Mas mi amor te adivina a mis ojos y tu alma ve aislada del cuerpo, y al mirar de tu espíritu el fondo ¡puedo verme, mi amada, allí dentro!
(Juan Manuel Naveros Burgos, "Poma")
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