“Puedes comer de todos los árboles del jardín, pero del árbol de conocer el bien y el mal no comas; porque el día en que comas de él, tendrás que morir” (Biblia, Génesis, 2,16)Sentir que todo tiene un tiempo, aunque nosotras no lo tengamos, es un despertar a este mundo seco muy duro cuando sucede.
A veces guardamos en un cajón algún objeto que deseamos usar, más adelante, cuando todo esté en armonía para utilizarlo, por ejemplo, un diario, pensando que un día lo leeremos junto a una persona a la que le explicaremos todos esos sentimientos que contiene, y que tal vez, mirando al mar, nos escuchará y estará muy atenta, y así el objeto cumplirá realmente su función, no fue creado para pensar hacia dentro sobre lo sucedido, sino para compartir nuestra historia.
De repente somos conscientes, que eso nunca sucederá, la lucidez llega a nuestra mente y nos dice que es tarde y que nunca sucederá, y vemos el cajón y no acabamos de creérnoslo.
Nuestra mente ve con claridad que aunque sucediera, ya no tendría el valor que le dábamos, la sensación de placer no llegaría, porque “el momento” pasó y ya es tarde para vivir ese sueño.
Por eso, la consciencia, como se decía en la película “De repente el ultimo verano” puede que este sobrevalorada, cuando lobotizaban y convertían en vegetales a seres humanos, el horror que nos producía que la protagonista perdiera su identidad y temperamento, tal vez solo estaba justificado porque era joven, pero cuando el tiempo cae sobre una mujer, volver al estado de inconscienca del que disfrutaban en el Paraíso puede consolar de no haber alcanzado las metas en el momento en el que ofrecen satisfacción, que es su único momento de ser alcanzadas.
(De repente, el último verano dirigida por Joseph L. Mankiewicz y protagonizada por Elizabeth Taylor, Montgomery Clift y Katharine Hepburn)
