domingo, 22 de mayo de 2011

CANCIÓN DEL PIRATA


Con diez cañones por banda, viento en popa, a toda vela,
no corta el mar, sino vuela un velero bergantín.
Bajel pirata que llaman, por su bravura,
El Temido,
en todo mar conocido del uno al otro confín.

La luna en el mar riela - en la lona gime el viento,
y alza en blando movimiento - olas de plata y azul;
y ve el capitán pirata,- cantando alegre en la popa,
Asia a un lado, al otro Europa,  y allá a su frente Estambul:

Navega, velero mío - sin temor,
que ni enemigo navío - ni tormenta, ni bonanza
tu rumbo a torcer alcanza, - ni a sujetar tu valor.
Veinte presas - hemos hecho
a despecho - del inglés
y han rendido - sus pendones
cien naciones - a mis pies.

Que es mi barco mi tesoro, que es mi dios la libertad,
mi ley, la fuerza y el viento, mi única patria, la mar.

(José de Espronceda)

sábado, 14 de mayo de 2011

EL DESIERTO



Como el gin y yang, el desierto se opone al mar; pero cuando me siento frente a uno cualquiera de ellos veo un mundo parecido, su superficie es igual a la del fondo del océano, todo estuvo sumergido en el mar, pero en los desiertos se recuerda su paso con más certeza, alguna vez sintió el agua, como ahora siente el viento, si vierto agua sobre su arena pronto desaparece absorbida como en un beso, igual que en el mar, si vierto arena, desaparece con la misma rapidez.

domingo, 8 de mayo de 2011

SIENTO EL AIRE


Cuando el viento arrebata las velas de los barcos me gusta estar cerca del mar y dejar que peine mi pelo, él toma vida, agitado por el viento, como las velas de las naves, me recuerda a mi misma nadando en la profundidad cuando juego con mis jibias a ser rápida y mis cabellos, como sus tentáculos, se mueven en el juego haciéndose una parte diferente de mi, ahora sus ondas mecidas me recuerdan esos bellos y añorados tentáculos de mis otras compañías.

domingo, 1 de mayo de 2011

EL FARO

 
Me gusta ir al faro, el vigía del mar, siempre luminoso y previsor, que acerca a los marinos a su costa, ¡cuantos barcos ha salvado!, nosotras somos también como faros del mar, nuestro canto guía al marino, pero no lo lleva a su costa nunca más, hunde su barco en la espesura del océano y convierte en leyenda  también su existencia.
 
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