sábado, 27 de febrero de 2010

PIENSO EN TI



(Canción Popular convertida en Lied por Goethe)



Cuando los rayos del sol doran el mar profundo pienso en ti;
Cuando la luna, con sus reflejos de plata, ilumina las olas, pienso en ti.
Cuando sobre el camino real se levanta una polvareda,
Tu imagen se me aparece; de noche, en el sendero de los paseantes solitarios,
Se me aparece tu imagen.
Cuando la ola se rompe en la playa, oigo tu voz; cuando voy por la umbría e interrogo mis sueños, oigo tu voz.
Aunque estás muy lejos, mi corazón, que sigue a su dueño, dice: ¡aquí está!
Pero el sol se pone y Vesper va a aparecer.
- ¿Por qué no estás tú aquí?...

miércoles, 24 de febrero de 2010

Balada de la Violeta



Una violeta vivía escondida en un prado, era una linda violeta.- Una joven pastora apareció allá abajo en el extremo del prado; venía a paso ligero y cantaba alegremente.

¡Ay! Pensó la violeta, ¿Quién pudiera ser la más hermosa flor de la naturaleza, aunque solo fuera un instante, el tiempo nada más de que esa hermosa pastora me arrancara y me prendiera a su pecho!

Llegó la joven y sin fijarse en la violeta, la aplastó ¡pobrecilla! Cayó la violeta y exclamó con regocijo: - Muero, pero muero por ella, por ella y a sus pies.”

(Juan Wolfgang Goethe)

Precioso lieder, a veces un instante dura toda una vida, a veces damos todo por ofrecerlo a un ser amado, y el pacto es como aquí, toma todo lo que quede, pero dame en este instante la plenitud para brillar lo suficiente y que él me mire.

Tal vez él pasa a tu lado sin reparar en tí, o sin recordar que te rozó, pero tal vez, el se paró y te miró y fue un instante eterno.


martes, 23 de febrero de 2010

RISA Y SONRISA


Nunca reirá una Sirena, solo sonreímos, expresar en carcajadas una sensación nos es desconocido, y nos escandaliza como gesto, sólo la sonrisa, nada de estertores y ruidos, si sentimos ganas de llorar, sonreímos, si sentimos una gran alegría, sonreímos, eso basta para demostrar que algo ocurre que sacude nuestro estado natural de calma y serenidad.
No llamar la atención más que a la persona indicada es una máxima de nuestra especie, hablamos con el tono suficiente, pero nunca gritamos, son expresiones que cuando las vemos nos hacen sentir mal, no sabemos que hacer para evitar esas reacciones extremas, gritos, que nos hacen desear estar en otro lugar cuando suceden, solo la música soportamos como sonidos fuera de un tono normal.
Nos gusta el silencio, necesitamos estar inmersas en él durante parte del “tiempo” que permanecemos en vuestra parte del mundo, eso hacemos durante vuestras noches sentir el silencio, algo que a veces es difícil conseguir por la gran cantidad de sonidos que hay en todo momento.

AZUCENA


La azucena como espada
corta el aire con su olor,
su blancor a la mirada
como nota de candor.
Torre de nevada almena
en agudo grito llena
el aire que la asegura,
y es por razón de su esencia
campana de la inocencia
o cáliz de la dulzura.
(Juan Manuel Naveros Burgos- Azucena y Niña-)

PACIENCIA E IMPACIENCIA


¡Que sentir humano!, la impaciencia, querer que todo suceda ya, buscar siempre la meta, ¿y el camino? ¿Y el paseo hasta el lugar deseado?, a veces parece no contar, tal vez por culpa del tiempo limitado en el que viven; “tiempo”, algo que nos cuesta entender, nosotras no sentimos el tiempo, todo parece estar en nuestros presentes, algo fue antes, tal vez ocurra algo después, pero sólo sentimos el presente, los días son sólo divisiones artificiales para nuestra especie, no existe el día y la noche, y cuando estamos aquí, todo cuanto vivimos dura sólo un “día” del mar, hasta que volvemos a nuestro lugar de espacio sin tiempo en el océano.
Podemos recordar que tal vez alguna vez amamos, difuso, en la memoria, el sentimiento de peligro, “no lo vuelvas a hacer”, porque el recuerdo dice que sufrimos, y las leyendas de nuestro mundo recuerdan que sólo necesitamos al hombre para que nos siga, nada más.
Impaciencia, sentir humano, nosotras tenemos, como Penélope, la calma de la espera, tejemos el espacio que nos separa de cumplir nuestras misiones, y a veces, como ella, destejemos para tardar más, sabemos que ocurrirá, y no sentimos impaciencia.

sábado, 20 de febrero de 2010

MIS MASCOTAS MARINAS


Yo también tengo una mascota, ahora está en el mar esperando mi vuelta, sabe que llegaré y acariciaré su casi gelatinoso cuerpo, se restregará contra mí, y me seguirá a cualquier lugar que vaya, yo la cuidaré y jugaremos a que resbala entre mis manos, luego me tocará con sus tentáculos de jibia, apenas rozando para hacerme sentir caricias, y me mirará con sus oscuros ojos, para ver si me gusta y me divierto con ella.
Los animales marinos que nos son más queridos como mascotas, son las jibias, allí son como los perros o gatos de aquí, casi todas las sirenas tienen una, y la cuidan con todo el amor inmenso del que somos capaces.
Son animalitos muy inteligentes, enseguida aprenden cosas, aunque también son muy curiosas, y les gusta tocar todo cuanto sienten en el mar, eso hace que a veces las perdamos porque son frágiles y les acechan muchos peligros; hay en el mar, muchos animales que simplemente se alimentan sin mirar de qué, y no siempre llegamos a tiempo de salvarlas, ellas reproducen sobre su cuerpo nuestra imagen como si alguien hubiera dibujado en su dorso nuestra cara, y así cada sirena sabe a quien pertenece cualquier jibia extraviada, o que debe cuidar de uno de estos animalitos hasta que la sirena que no está vuelva de nuevo.

Galán de Noche


En el tibio jardín
el fino
aroma del jamín;
y el olor transnoche,
divino,
del galán de noche.
Mi dulce amor por tí,
redondo,
volviendo ya de tí.
¡Escalando sombras
del balcón transnoche,
corazón, me nombras
tu galán de noche!...

(Juan Manuel Naveros Burgos -"Poma")

jueves, 18 de febrero de 2010

El agua del mar habla a las mujeres

No necesitas ser sirena para escuchar hablarte al mar, toda mujer, conserva esa cualidad primigenia y, si se sumerge en el mar y escucha, puede oír como el agua le transmite pensamientos de habitantes marinos.
A veces, puede bañarse llena de pesares y encontrar en los rumores que su mente no procesa el alivio para emerger con más ánimo y vigor, ella pensará que ha sido el baño reparador, pero ha sido la comunicación, sin que se haya dado cuenta, solo hay que estar atenta para notarlo.

Cuando estamos tristes vibramos de diferente manera y eso el mar lo transmite, si hay vida marina cerca, esos seres submarinos harán porque la vibración sea suave, propia de una mujer serena y dichosa, y nos transmitirán la calma y paz con que salimos.
Solo hay que hacer la prueba, siendo conscientes de nuestra naturaleza femenina, y de que el mar, es como el aire para otros seres, que miran este mundo como algo desconocido e inalcanzable, que saben que los que lo traspasan, rara vez vuelven a contarlo, y por tanto, para ellos, es como el abismo del océano para los hombres, un lugar donde no se puede llegar porque la naturaleza esencial lo impide.
Su curiosidad por este mundo seco, solo es comparable con la curiosidad por los fondos marinos inexplorados que sienten los hombres, ¿Cómo llegar a ellos? ¿cómo habitarlos a pesar de las limitaciones para sobrevivir?, nosotras estamos entre ambos mundos, y no podríamos elegir, ambos nos son imprescindibles, tal vez esa es nuestra naturaleza real, la de nexo de unión y evolución a un ser que une inteligencia a instintos de conservación, pero no individuales, ni de especie, ni de grupo, sino de puros seres vivos en el espacio.

OCASO


Es la hora tan triste del ocaso,
mudos los labios, parleros los ojos,
por el desierto jardín al acaso
vagamos juntos a nuestros antojos.
El día. que de tintes anda escaso,
las luces últimas entre sonrojos
muestra de un sol, ya decadente Vaso,
que un beso añil pone en tus labios rojos...
¡Quieto el viento del Sur!
Cae la tarde,
la antorcha de Eros en los cielos arde,
se cierra el día con mágico broche...
¡Con el postrero u último arrebol,
escarbajo de oro, vá el sol
a esconderse en el hueco de la noche!...
(Juan Manuel Naveros Burgos)

miércoles, 17 de febrero de 2010

Poderes Ocultos

Para nosotras no son poderes ocultos, puesto que todas los tenemos en el mundo del que procedemos, lo extraño, es ver que aquí se carece de ellos. Uno de ellos, es entender lo que dicen otros animales, comprendemos muy bien el lenguaje de los animales marinos, sentimos su miedo, su alegría, y sus premoniciones, que a veces, nos salvan de catástrofes que nuestra percepción no a llegado aún a captar.
Nos comunicamos en el mar con todos los seres vivos que en él hay, les gusta nadar junto a nosotras y sentir nuestras caricias, algunas especies, son muy solitarias, y solo nuestros cuidados, les recuerdan la época en la que no recorrían solitarios el océano, los bancos de peces tienen una especie de lenguaje conjunto que hace pensar en que son una sola gran presencia inteligente dividida en partes, como pueda ser en nosotras el pelo o las escamas, perder una, no nos priva de la vida, aunque sentimos su merma, y el dolor al desprenderse de nosotras, pero su “gran vida” continua con el resto de peces del banco, un solo superviviente recogería esa sabiduría conseguida con el espíritu continuador de la especie, y podría hacer otra gran presencia con su prole, que guardara la memoria de un solo ser.
Fuera del mar, aquí, nos comunicamos con los animales, en un plano de confianza, no les tememos, ni nos temen, pero no hay una transmisión de sensaciones como en el mar, excepto con las aves, ellas si nos “hablan”, a su modo, igual que en el mar, llega a nuestro entendimiento por corrientes de pensamiento lo que sienten, miedo, jubilo, deseo de cuidados, o de ayuda, cualquier cosa consiguen transmitírnosla., si queremos comunicar con otra sirena, podemos utilizar un ave, ella buscará a la hermana de nuestra especie y le hará saber cuál es la sensación que el mensaje transmite, en un lenguaje ancestral y básico. Así, como en los cuentos, podemos entender el canto de un pájaro y saber si canta por tristeza o por sentir la seguridad, o la inestable libertad de la que puede gozar.

martes, 16 de febrero de 2010

Matinal


Cuando te vas al campo, luz y risa,
cantando, con tu clara, fresca y sana
alegría;
se torna la mañana
grana;
se aroma todo con tu brisa.

El sol para mirarte se da prisa;

para el viento, la fuente corre y mana...
Y la naciente aurora -que es tu hermana-

para darte su aroma y flor se irisa.

Donde tu vas corriendo, riente y loca,

por el prado mojado de rocío,
las flores que tu leve planta toca

mueren de dicha en dulce desvarío,

te saludan las aves con su pío
.
¡Y te da un beso azul Dios en la boca!...

(Juan Manuel Naveros Burgos)

lunes, 15 de febrero de 2010

¿Qué come una Sirena?


Lo pasamos realmente mal en el mundo seco cuando hay que comer, nuestras costumbres son muy diferentes, sólo tomamos alimentos que no tengan vida animal, comemos raíces, hojas y frutos de plantas de muchas clases, aunque un bocado exquisito para nosotras son las perlas, es uno de los mejores regalos que podemos recibir, y nos resultan exquisitas, hasta en nuestro mundo no son fáciles de conseguir.
Aquí, tenemos que disimular para parecer normales, los alimentos que podemos comer preferimos comerlos crudos, cuando están cocinados, cocidos o asados pueden no sentarnos bien, aunque lo que peor soportamos son los alimentos fritos.
Hay un alimento que nos gusta, el pan y cualquier otra masa cocida o asada hecha con cereales que no nos sientan mal, aunque nuestros labios solo tomarían agua y frutas para mantener intacta nuestra salud.
Solo bebemos agua, aunque el vino nos gusta, pero tiene un efecto embriagador sobre nosotras mayor que el que causa en un humano y si lo probamos podemos acabar mal.
Estar cerca de alguien que come animales es muy desagradable, pero lo que no podemos soportar en ver comer pescado y productos vivos del mar, nos produce pavor y reaccionamos con horror sin poderlo evitar, por ello siempre intentamos comer en la intimidad y no compartir esos momentos
.

La Inconstante


Has venido hoy que yo no te esperaba,
cuando mi huerto sin flores mortecía...
Has venido y has traído la alegría
de un peregrino Abril que no soñaba.
Fue milagro de amor que cuando estaba
sin flores mi jardín y no decía
el pájaro su dulce melodía,
flores había y el pájaro cantaba.
¡Fue milagro de amor! Te dije: -¡Espera!-

y fui al rosal que ya no daba rosas...

¡Y rosas florecían tan hermosas

que eran una ilusión de primavera!
...
Mas te perdistes tras las mariposas

toda tú, alegre, ingrávida y ligera.
(Juan Manuel Naveros Burgos)

jueves, 11 de febrero de 2010

Iris y Coral

"Tu recuerdo es como el beso del mar con la playa...
Envuelve a mi pensamiento con ritmo idéntico al agua.
olas y olas y olas... ¡Y mi corazón no cambia!"
(Juan Manuel Naveros Burgos - Te recuerdo)
A veces las sirenas nos dedicamos a la vez a conseguir al mismo hombre, en el mar los compartíamos en la antigüedad cuando no necesitamos salir porque venían a nosotras, pero ahora, imitando el sentir humano queremos conseguirlo plenamente solas, es una competición seducir ante otra sirena.
¿Qué puede atraer más, la calma y la dulzura o la tempestad y la inquietud? Cada hombre contesta a esta cuestión de una forma diferente.
Una sirena tenía una relación, intentaba retrasar el momento final y se entretenía cuando ya el hombre estaba rendido y solo bastaba pedirle que la siguiera al mar, demasiado, considero otra sirena, y entonces intervino para que no cayera en la tentación de amarle.
Ella le complacía, le mimaba y él se sentía como un niño a veces, la buscaba para contarle sus contrariedades y escuchaba de ella siempre palabras que producían calma y alivio, se entregaba y le decía que ella era especial, que siempre le tendría; entonces intervino la otra sirena, y le mostró a una mujer enigmática, llena de secretos y atormentada, eso le hizo olvidar sus pequeñas quejas, ella se mostraba como si cada día fuera el último, vivía como si solo pudiera contar con su compañía ahora, y él la siguió como se sigue un ascua cuando se mira el fuego, siempre lejana, pero llena de pasión o de indiferencia, sin que él pudiera controlar el cambio, caprichosa, exigente, hasta hacerle sufrir, haciéndole renunciar a la tranquilidad, llevándole a sus límites, hizo que él desdeñara a la mujer que le había estado cuidando, era a esa imposible mujer a la que quería, a la que le hacía ir tras ella, y siempre parecía acabar de irse cuando finalmente él llegaba, la que le había sacudido hasta hacerle despertar y sentir cada día como uno diferente, no se sentía vivo hasta que la había encontrado, nadie muere si primero no ha vivido.

domingo, 7 de febrero de 2010

Tu mirada


Si tú, mujer, me miras que me abrasas,
Y a tus oscuros ojos me encadenas
Para encenderme en sus divinas brasas,
Es que tú, sin saberlo, me condenas.
Si tus manos me entregas amorosa
Y siendo prisioneras me hacen preso;
Si te enciende el pudor la faz de rosa
Y entre tus rojos labios tiembla el beso…
Si de tu cabellera la cascada
Cubre la desnudez entre sonrojos
De tu cuello de nieve; si cual hada,
Sonríes y me miras… y a mi calma
Tú me dices: “¡te quiero!”- con los ojos,
Yo:- “¡te adoro!”- contesto con el alma.

(Juan Manuel Naveros Burgos)

El hombre vulnerable


Ese hombre profundo en las relaciones, sensible y fiel, que acepta a una mujer como compañera, pero no como complemento de si mismo, capaz de enfrentarse a una personalidad diferente a la suya y cada día conquistar o sucumbir, sin volverse cómodo, que convence y no impone, y a veces queda convencido, ese hombre, no es el que buscamos.
Como sirenas necesitamos un Ulises, un hombre que se aleja y se olvida de volver, pero quiere sentir en la distancia la conquista, capaz de dormir con la maga Circe sin recordar a la mujer que le espera, y luego, entretenerse con princesas y conquistas, hasta que, por azar, si vuelve, espera encontrar aislado el corazón que abandonó, y siente que la mujer debe cambiar para ser la que él espera, y cuando lo consigue se cansa si fue fácil, y siempre su mirada, cuando besa, está pendiente del entorno, porque sus ojos no se cierran al besar buscando, quizá otros labios, en su inseguridad de encontrar sin quedar atrapado.
Ese es el hombre que necesita una sirena, ellos son los apropiados para con su semilla hacer sirenas frías y distantes, incapaces de amar y de entregarse, que sólo cumplen sus misiones sin pensar en el después del hombre que se llevan.
Cuando vamos a conquistar al hombre nos sumergimos, como en el mar, en el reto de hacer que un hombre así nos siga
.

jueves, 4 de febrero de 2010

Canción marinera


A buscar la aventura
salió el marinero,
la aventura encontró
cuando iba mar adentro...
Con el mar y sus olas,
con la sal y los vientos,
como un corcel con alas
saltaba su velero...
Una ola muy grande
le trajo en un madero
una rubia sirena de largísimo pelo.
¡No te fíes, mi amor,
mi amigo marinero,
y échala al mar
donde está su elemento!
Te dejaste abrazar,
te bebiste sus besos...
¡Mi adiós a tu barquito
y adiós, mi marinero!...
Si los peces del mar
aún quisieran hacerlo
¡con ellos te enviaría
para ti mi recuerdo!...
(Juan Manuel Naveros Burgos)

Vanidad de vanidades, todo es vanidad...

(“No hay memoria de lo que precedió, ni tampoco de lo que sucederá habrá memoria en los que serán después” Eclesiastés 1-11)

Es fácil convencer a un hombre de que es perfecto y hermoso, o al menos, atractivo, nunca tenemos problema alguno en ello, pero eso no es suficiente para que él este dispuesto a hacer algo por ti, debe estar seducido para que sea válido al traerlo a nuestro mundo, no puede ir si no es convencido de que lo desea.
A veces no culminan nuestras conquistas y debemos empezar de nuevo, lo mejor es verlo como una misión, aunque algunas sirenas han llegado a perder su poder al amar su objetivo, dos naturalezas imposibles de unir, solo viejas leyendas hablan de esos amores.
Primero se estudia al elegido, sus gustos, sus inquietudes, luego te transformas, para una sirena no es complicado, tomamos el aspecto apetecido, cabellos rubios, oscuros, rojos, nada es un obstáculo, siempre se puede intentar conseguirlo, incluso, cuanto más difícil es, puede ser más reconfortante llegar a la meta.
Nos gusta estar aquí, no precipitamos las cosas, el canto de sirenas debe ser lento y entrar poco a poco en él, saber que llegará y sentir cada momento hasta conseguirlo, en sí, nos proporciona mucha energía que para nosotras se convierte en sensación poderosa de dominio y placer.
Cuando, al fin, el dice, te amo, todo termina, pero no vale un precipitado te amo para abrazarte, o para este fin de semana, o cualquier otro te amo superficial, es el profundo sentido de posesión y entrega el que buscamos, ese que hace que el nos siga como sus antepasados marineros en el siempre misterioso mar y con nosotras se hunda en él.
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